viernes, 26 de abril de 2013

Voy a llegar otra vez tarde cariño

   A pesar del tiempo que ha transcurrido, días y noches, aún me duele cuando entro en mi piso, y lo encuentro en silencio. Sin movimientos, pero sí con una respiración proveniente del salón. Y sé que es ella, de nuevo, que se había quedado esperando hasta que llegase, pero entre tiempo y desesperación, se ha quedado dormida, una vez más. Bajo la mirada, soy un puto cobarde, que aun sabiendo la esperanza que guarda ella, noche tras noche le vengo con una mentira que, de tanto decirla, me la creo hasta yo. ''El trabajo se ha alargado''; palabras que pronuncio todas las tardes cuando ella me llama para preguntarme si iré a cenar a casa, ''tendré que quedarme hasta tarde cariño''. Y es en ese momento cuando doy la señal de despejado y me acuesto con ella. Escritorio, silla, pared... nos da igual donde, es la joven que después de tanto tiempo ha conseguido revivir la llama de un amor que no pensé que volviese a vivir. Y disfruto, mientras sé que no muy lejos de mí, hay una mujer que un día la quise tanto que incluso hacíamos el amor de madrugada, llegando tarde yo a mí trabajo, jugándome mi puesto. La quería tanto que me no me importaba regalarle mi tiempo, mi trabajo y mi dedicación. Y ahora ella llora... todas las noches, sentada en el salón con mi cena preparada en la mesa. El salón, sabe que sin tele yo no puedo comer. Intentando creer que aún existe algún tipo de conexión entre nosotros, que un día me daré cuenta de lo que tengo enfrente...
Y me duele, por que ella es la mujer más fuerte que he conocido. Que es de acero, que no se rompe, pero que yo la estoy oxidando, estoy haciéndole daño a una de las personas que más me ha querido a mí en mis cuarenta años.
   Y me acerco y una vez más le arropo con la manta y la cubro lentamente, besándole en la frente. No sé si llora más ella, o yo, por que sé que todos los días al llegar tarde la mato un poco. Por cosas que ella sospecha, cosas que yo creo que ella sospecha. Que se supone que no sabe, pero que se supone que debería saber. Que no se pueden evitar, por que estoy enamorado de otra persona, pero ella está enamorada de mí, y no quiero hacerle daño, tan solo pienso en mí.
Pero hoy quizás es la noche. La noche de echarle dos cojones, de acabar con tanta historia, y reunir el valor suficiente para hacerle caso a mi corazón, y aceptar de una vez, que ya no la quiero, y ella deberá aceptar, que yo nunca más volveré a quererla, por mucho rato que espere bajo las estrellas.
  >> Marta, sobran palabras. Gracias por tus cenas, estaban muy ricas. Un abrazo, Juan.

En el fondo, quien es cobarde, lo es para siempre...
Mi odio hacia mí mismo por el asesino que soy, es el que más llora.

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