sábado, 23 de febrero de 2013

† to overcome

Agarró con fuerza el pomo de la puerta.
   -   Si te vas, no vuelvas.
Y como si nunca hubiesen compartido besos ni lágrimas, ni respirado al mismo compás, se marchó.
Él cogió rápidamente ese mismo jarrón que les regalaron por su boda, y, casi sin quererlo, lo lanzó contra la puerta. Pero nadie respondió, nadie gimió de susto, o de sorpresa. Es algo que todos ya sabían, y es también algo que él no había asumido, que su amor ya se había consumido. Su chica ya no era su chica, y tendrá que vivir todos los días en la misma cama donde hacían el amor, compartían sueños y se dijeron esos sentimientos que solo crees que se dicen en los cuentos de princesas. A partir de ahora,  noches con ella, pero sólo con su recuerdo.


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