sábado, 9 de febrero de 2013

[141 hechizos de dolor]

   Despidió el humo por la nariz y la boca lentamente, suave, con vehemencia, sintiendo como se impregnaba suavemente en sus rojos labios carmesí. Suspiró y le permitió dejarlo marchar, otra vez, por que su conciencia había vuelto a abrir la estúpida boca. Estaba mal lo que hacían, hacer el amor a escondidas, amarse bajo candado, sin unos prejuicios que ahora resurgían, y separaba a esos dos amantes intoxicados de lujuria salvaje, de esas ganas terribles de que la palabra engaño cambiase su desalmado significado, para que después de una absortada noche, sus cabellos no oliesen al puto egoísmo.




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