Entonces como la rapidez de un flechazo de cupido al disparar a un corazón se acercó a mí, y muy despacito me susurró que el mundo era nuestro, nadie nos lo podría robar, nosotros lo poseíamos y haríamos todo lo que quisiésemos con él, pero eso era cuando él hacía mi mundo.
Me gusta el texto y las fotos también; te sigo aquí y en el twitter^^
ResponderEliminarUn beso.
Muchísimas gracias, igualmente:)
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