domingo, 25 de marzo de 2012

Deja que se vayan, que se larguen

   Deja que se deslice por su cuerpo lentamente la bata del hotel. Se sienta al lado de la ventana y mira a través de los sucios y rotos cristales, simplemente el deteriorado barrio con los estruendosos ruidos y gritos de las señoras mayores. Berreando mientras agarran las ropas de sus tendederos. Alarga la mano y coge su bolso, abre su paquete de cigarrillos Camello, y se fuma todas y cada una de aquellas veces que tuvieron sexo. Las expira y las deja escapar por la ventana, observa como el humo se deshace poco a poco, como a él le gustaba. Hoy Paola volverá a dormir sola, tendrá que volver a dormir sola, en ese sucio motel de carretera donde la dejó, y donde se aprovechó. Pero ella mantiene la compostura, su madre siempre le enseñó a no perder la cabeza por un hombre, y menos por un cabronazo. Se acuerda de su madre, muy de vez en cuando, otra capulla que le dejaba tirada en casa todo el tiempo, pero mantiene la cabeza. La asoma por la ventana, bien alzada moviendo sensualmente sus pestañas, sabe que es su punto más atractivo. Todo gracias al rímel de Max Factor, y a su imprescindible barra de labios rojo oscuro del que no se escapa ningún hombre, nadie puede resistirse a esos carnosos labios rojos de Paola, pero sí después de una noche. Tan solo le sirve una noche, luego todos se van.

Hola pequeños mentirosos! Acabo de escribir este pequeño relato que espero que les guste, de nuevo será otra serie que espero seguir escribiendo :D Llego agotada de un poco de gym y una calentita duchar. Mañana de nuevo clases y yo sin estudiar lengua, genial. Besitos!


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