viernes, 2 de diciembre de 2011

La magia del teatro

  1938

    El público estaba anonadado, gritaban maravillas, signo de nuestro triunfo. Los aplausos se podían oír incluso desde 2km más lejos. Todo el esfuerzo se podía ver reflejado en sus caras, en nuestro orgullo. Suspirábamos y saludábamos, agotados de toda nuestra presión. El público aclamaba a sus familiares que habían actuado tan bien. Yo me giré, él también, y el foco descubrió mi sonrisa.
   Aquella actuación garantizaba el triunfo de toda la Academia Interpretativa y sus años de experiencia. Conseguirían alzarse. Han cumplido su sueño.

40 años más tarde. 1978.

  El teatro ha quedado abandonado. No lo cerraron mucho más tarde después de aquella actuación de la Academia de Interpretación de Hallwon. Un incidente provocó el incendio de éste.
 Las puerta se habían carbonizado, los camerinos estaba destrozados. Se podía oler el olor de la ceniza.
Una de las barras del telón se había caído, provocando el rasgado de ésta. Cientos de butacas rojas habían quedado negras del incendio. Muchos de los focos se estrellaron contra el suelo, y miles de cristales rotos cubrían el suelo.
Aquel teatro que un día fue el saltó a la fama de muchos jóvenes y novatos actores se había esfumado.
  Me paseé por el escenario. John me decía que procurase tener cuidado, debido al estado del suelo.
Y de repente el público empezó a aclamar. Aplaudían felizmente a sus actores, quienes acaban de terminar de representar la obra y ahora mismo se despedían cogidos de la mano. El telón se tornó rojo y brillante tal y como el primer día. Los asientos poco a poco recuperaron su rojo pasión. El suelo mágicamente se fue tornando del color barniz que tenía, los protagonistas aparecían. El ambiente estaba cargado de diferentes sensaciones, y olores. Todo el patio de butacas se mantenía en pie. Se oían los aplausos incluso desde 2km más lejos...
  - No te repito que tengas cuidado, ¡por casi te caes!
Entonces volví a ver el teatro tal y como era ahora, apagado y oscuros. Con sus asientos y suelo negros.
Pero me giré e intenté evadirme de nuevo de aquellas imágenes.
La directora de la Academia de Interpretación de Hallwon saludaba y daba las gracias a aquel maravilloso público. Podía ver a los hombres adultos mirando aún a través de sus monóculos, sosteniéndolos con una sola mano. Los focos apuntaban al escenario. La segunda chica de la derecha se giró y sonrió a un chico del atrezzo. Todo el mundo estaba loco por aquella gran actuación. Señoras mayores aún se secaban sus lágrimas con sus pañuelos.
Pero de repente los ganchos de la derecha que sostenía el telón se fueron rompiendo y el telón se fue cayendo. Las aclamaciones pronto se convirtieron en gritos. Los actores bajaban asustados al patio de butacas.
El telón fue cayendo y el lado que se quedó en el techo hizo caer un foco. Éste se cayó junto con otro y provocó un estallido eléctrico que en nada se convirtió en un incendió.
Todos gritaban y huían del miedo. El patio de butacas era todo un escándalo. La puerta era muy pequeña para tantas personas. El fuego se fue expandiendo, haciendo cenizas a todo aquel con quien arrasaba.
El ambiente estaba cambiando, el humo estaba impidiendo a muchos poder respirar.
Todo el techo se iba incendiando poco a poco. Había fuego por todos lados.
El teatro se caía a trozos, gente quedaba atrapada. Él se giró y le gritó: ''Chris ven por aquí'' cogiéndole de la mano. Christi corrió junto a él a una de las puertas traseras, pero ya estaba incendiada. Corrieron a una segunda puerta, pero ya era demasiado tarde. Jack intentó con un maniquí abrir un boquete en la pared para escapar, pero la calidad del teatro le sorprendió.
Apurados y con las prisas intentaban encontrar una salida, intentando aislarse de los gritos de las demás personas.
Muchos morían poco a poco, sus cuerpos se iban carbonizando y deformándose. Jack no quería eso para ella, ella era su vida, su guía, su musa, a quien amaba, su amor, la razón por la que seguía en esto poco a poco. Su sonrisa, su forma de actuar, de meterse de fondo en otros personajes, en la forma en la que hacia los gestos. Ella no interpretaba, hacía magia.  
   - Isabelle, ¿te ocurre algo?
   - No, no nada... es que... - y le cogí de la mano. - Mira ven, ponte aquí, sí, aquí, ¿no lo sientes? ¿no lo notas? Cómo el cuerpo te va a abandonando y te vas encontrando en otro lugar... Tú sigue, ojos bien cerrados... ¿hueles la ceniza? Sé que ya sientes a las ratas correteando cerca de ti...
E Isabelle cerró los ojos intentando centrarse en la escena...
   Jack, con aún a Christi de la mano, se dirigió a los camerinos, allí había una gran ventana por donde podrían salir. 
Llegaron corriendo, saltando precipitadamente los obstáculos con llamas que se les interponían. Para cuando llegaron al camerino la gran ventana de madera ya estaba con las primeras chispas de fuego. Estaba claro, por el hueco no cabía Jack, y aunque quisiese, no podría por que la gran ventana cada vez se incendiaba más y solo daría tiempo de que pasase Chris, y Christi está por encima de todas las cosas.
   - Christi, pasa tú, no te preocupes por mí, encontraré otra salida, sálvate tú.
   - Pero Jack ¡qué estás diciendo! No puedo dejarte aquí, no puedo dejar escapar a mi todo, a mi amor.
   - Christi, cariño, no te preocupes, por favor, ¡sal ya! ¡no queda mucho tiempo!
Christi se ahogaba en sus propios llantos, y miedos atascados en la garganta.
   - Chris, cariño, quédate esto.
Y sin pensárselo dos veces, Jack sacó un anillo con un gran diamante que tenía en el bolsillo.
   - Christi, ¿quieres casarte conmigo?
   - ¡Jack! ¡Por supuesto!
De repente una llama se encendió entre los dos, se les acababa el tiempo. Aún se escuchaba el ruido de las personas.
   - No lo había planeado así, pero siempre hay que saber improvisar.
 Y Christi con las lágrimas inundándoles los ojos besó por última vez a su amado.
   - Adiós Christi, nos veremos en el otro lado.
Y Christi salió por la ventana, y ya nunca más se supo de ella...
  
  - John, ¿lo has sentido?
Y juntos abrieron los ojos y observaron como miles y cientos de almas caminaban a su alrededor, traspasándolos. De como las luces se volvían a encender y las butacas y el telón recuperaban su color. La escena se revivía... Y la magia del primer día recorría de nuevo los pasillos del teatro. Ahora los protagonistas eran ellos.


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