domingo, 1 de abril de 2012

Sólo una noche

   Cerró la puerta y se marchó. Su aroma se lo llevó el soplido del viento al cerrar la puerta, y las esperanzas se quedaron adheridas al suelo muchos minutos antes. Él sabía que había perdido la batalla, su fusil no llegó a tiempo y su enemiga pudo huir . Su fusil, su fusil era solamente un perdón. Una palabra que al mismo tiempo contenía una historia en ella dentro. Y esa historia empezó cuando la conoció, y es cierto eso de que nunca se sabe cuanto de importante puede llegar a ser para ti una persona, tanto, como para que tu vida entera gire alrededor de ella. Y él giraba y rotaba todos los días desde aquel día. Invertía su tiempo en pensar en ella y su mente solo la ocupaba una persona. La persona de la que se enamoró perdidamente.
Él no quiso, fue sin mala intención, una vez más la bebida se la había jugado, pero no hubiese pasado nada si ella no se hubiese querido marchar antes de tiempo, quería pensar él. Quería, y sigue queriendo, por que no quiere seguir sintiéndose culpable por haber besado a otra mujer, por haber pasado una sola noche sin la chica a la que amaba, y haberla pasado con otra persona cualquier, y tan solo por unas horas, haber depositado su amor, cariño y respeto en ella.
No valieron explicaciones, el argumento era sencillo y su resumen muy breve.
Engaño. Engaño. Engaño.
Le engañó, que no importa que estuviese bajo los efectos del alcohol, ni que hubiese sido sin intención y ni mucho menos que no la quiera, pero cuando una persona sabe que al menos por un momento no le quisieron ya puede imaginarse que es que nunca más le volverán a querer. Y ella solo pensaba en ello; si no me quisistes esa noche, si esa noche me dejastes de querer, ¿por qué no podría pensar que me dejarás de querer mañana también?. No quería explicaciones, no las quería. Solo brotaron de ellas lágrimas y lágrimas, mientras él la observaba, y su alma decaía. No se lo podía imaginar, era difícil entrar en razón, lo sabía, pero tenía que demostrarle que la quería, que aún la quería y que necesitaba una segunda oportunidad. Solo una más, y serían felices juntos para siempre. Pero ella puso oídos sordos, se marchó, y cerró la puerta.
No le llegaba el aire, se había quedado paralizado, una parte de él, una gran mitad de él, había muerto. Se había marchado en su Citroën. Y ahora solo le quedaba la mitad que era, pero ya no la quería, la odiaba, esa mitad suya había decidido acostarse con otra aquella noche. Como pudo dejarse llevar así.
Estúpido. Estúpido. Estúpido.
Y ahora, que ella no quería escucharlo, que ella le había abandonado como él a ella aquella noche, ¿qué haría? Estaba perdido, desorientado, no sabía a donde ir, ni que hacer. Solo podía dejarse llevar por las emociones, y su ira abrió la puerta y gritando salió de la casa:
    - ¡Ythasa vuelve! ¡Vuelve por favor! Perdón, de verdad... Ythasa, te quiero Ythasa lo sabes, lo siento de verdad, no sabía lo que hacía aquella noche, fue solo una noche Ythasa, solo una. ¡No se pueden comparar a las miles de noches que hemos pasado juntos arropados bajos las sábanas de nuestras camas! ¡Lo sabes amor! Vuelve por favor, Ythasa no dejes que observe como el amor de mi vida se va. Solo fue una noche, solo una y yo... y yo te amo.
Tantas cosas que decir para tan poco tiempo. Empapado por la lluvia el Citroën arrancó hacia la derecha, y él, llorando bajo las gotas de la lluvia, se quedó sentado sobre el suelo húmedo. No se sabe cuanto tiempo estuvo ahí, por que la historia aún no ha acabado, y ese perdón aún esperará su segunda oportunidad.

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