miércoles, 15 de febrero de 2012

Mi escapada

   Entonces me desperté y me estiré, los brazos, piernas y hacia los lados. Me calcé las zapatillas y me dirigí al baño a lavarme la cara. Me miré fijamente, contemplé mi reflejo en el espejo, y observé como de compungidos se habían quedado mis ojos, aún algo llorosos y rojizos del llanto de anoche. Pero mereció la pena, ya está todo solucionado para hoy. Me dispuse a lavarme la cara, con agua fría para despertarme del todo. Me acerqué a la toalla y me sequé la cara. Me miré entonces de nuevo, ahora estaba mejor. Bostecé y me dirigí a la cocina para preparar el desayuno, pero pensé entonces en despertar a mi hija y ver como estaba después de la pelea de ayer. La despertaría y desayunaríamos juntas, como si nada hubiese pasado. Me dispuse a entrar, abrí la puerta y me acerqué a su cama, y no la encontré. Miré en su pequeño baño, registré de nuevo las sábanas pero no vi rastro de ella. Miré debajo de la cama, en los armarios, detrás de la puerta... Salí y miré mi cuarto, no, por ahí no podría estar. Notaba como el corazón me daba una punzada. Me fui al cuarto de estar y miré por todos los sitios posibles, no estaba. Empecé a gritar su nombre ''Meri, Meri'' pero no contestaba nadie, ''si esto es una broma para por favor'' ''Meri cariño sal''. Entonces comencé a desesperarme. Registré toda la casa, miré por todos los rincones posibles, y me di cuenta de que me faltaba uno. Corrí a su habitación, y la ventana estaba abierta.
Estaba
abierta.
Miré en sus cajones y ahí estaba su móvil.
Todo mi mundo dio marcha atrás, a todos los recuerdos almacenados. No podía pensar en otra cosa, me quedaba sin aire. No podía creérmelo, donde estaría mi pequeña, ¡donde! Podría estar en cualquier lugar... mi pequeña... madre mía, es culpa mía, me odia, no me quiere, no la traté como debía, no supe ser una buena madre, y ahora se ha ido. Se ha ido. Y que será ahora de ella, que será de mi sin ella... Dios santo.

Y lo último que recuerdo de aquel día fue de despertarme en la cama de mi hija, con la almohada húmeda. Y los ojos compungidos, llorosos y rojizos, que ya nunca más volverían a recuperarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opina... ♥