lunes, 2 de enero de 2012

Un día en el circo...

  [Tom y Clara 38]


  ¡Tom! ¡Cariño! ¿Recuerdas cuando fuimos al circo? ¡Jesús! ¡Qué bien que lo pasamos!
La magia que desprendía aquel circo era... hipnotizante.
Nuestra pequeña Lilian se empeñó en que quería visitar el Gran Espectáculo Mundial de Paladini, ¿recuerdas? Y tú accediste después de tanto insistir la pequeña... Qué sol.
Y me acuerdo de cuando aquella tarde oscura lo empezamos a ver desde el destrozado coche cada vez más cerca de nosotros, y de las caras que se nos quedaron al verlo. Era... ¡enorme! ¡Enormemente enorme! Seguramente cuando tú trabajaste en aquella época en los circos no eran tan grandes e inmensos, ¿no?
Lo entusiasmada que nos pusimos Lilian y yo cuando nos acercamos a la pequeña cantina a comprar nuestras entradas, y de como me saltó el corazón al entrar a ese fantástico gran mundo. Las carpas todas blancas y rojas,  extorsionistas por todos lados, fantásticas personas haciendo rodas sus grandes aros para animar a los más pequeños, los payasos con su caras pintadas, el arte del maquillaje que se admirada en todas los trabajadores, las altas personas que llevaban grandes alzas para hacer la ilusión de ser enormes, con sus enormes palos tragando fuego... Era maravilloso...
Y la música de fondo... ¡Cómo envolvía a uno! ¡Era increíble! Si pudiese ahora mismo me iría a vivir contigo a un circo ambulante, no dudaría en ningún momento. ¡Cogería un pequeño petate y me iría pitando!
   Jesús Tom... qué bonito fue aquello. ¡Y eso que a mí nunca me había entrado la vena de ir al circo!
Sin duda, hoy, ahora mismo, desearía que estuvieses aquí y que me llevases a un circo como si fuese el primer día... que me llevase a ver de nuevo a aquellos maravillosos espectáculos de enormes elefantes, temibles tigres, y mágicas personas haciendo equilibrismo encima de pequeñas pelotas, junto con los elefantes... Que me llevases de nuevo a revivir la magia que sentí cuando estabas aquí, que encendieses de nuevo la llama que se apagó...
   Y me acuerdo de los tíos vivos que ha Lilian le encantaban. La música de esas atracciones podría haberme mareado un poco, ¡pero que va! ¡Me convirtió los ojos en dos corazones!
   ¡Ay Tom! ¡Si estuvieses aquí!

                                                                                            
                                                                                                Con mucho amor, de tu esposa Clara.

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